El profesor de
Es la primera vez que
Ya está todo a punto para actuar en el lugar donde los vecinos de Caranceja, en Reocín, creen que están enterrados varios 'gudaris' vascos, a los que se mató en agosto de 1937, cuando intentaban huir. En la exhumación, que tendrá lugar el sábado 13 y el domingo 14, tomarán parte también los expertos Lourdes Herrasti, Jimi Jiménez, así como un grupo de cinco alumnas del Master de Prehistoria y Arqueología de
-Al ser la primera vez que la universidad cántabra se implica tan directamente en un proyecto que tiene que ver con
-Esto no tiene por qué generar ninguna polémica. Todos sabemos que una guerra civil es lo más cruel que puede pasar en un país. Ahora estamos en democracia y plantearse recuperar unos cuerpos que se enterraron de cualquier manera es un hecho de justicia elemental. No hay revanchismo ni nadie tiene por qué tomárselo a mal. Lo mismo que se han ido cicatrizando otras heridas, hay que hacer esta labor para que éstas también cicatricen. No puede ser que los vencedores hayan honrado a sus muertos en la guerra con placas en las iglesias y que los perdedores no hayan podido ni enterrar a los suyos. Cuando la gente se queja de que esto es revolver al pasado y que no tiene sentido, yo creo que es al revés. Que cuanto antes desenterremos a estos muertos olvidados y se los entreguemos a las familias, antes podremos cerrar un capítulo lamentable de nuestra historia. Pero que nadie vea revanchismos: no se hace con este afán.
-¿Ya saben qué se van a encontrar en la tumba junto a la ermita de San Roque de Caranceja?
-No está muy claro, porque existen dos versiones sobre lo que ocurrió allí. Hay que decir que todo el mérito de la investigación corresponde a Antonio Ontañón, quien ha realizado una gran labor. A día de hoy tiene dos historias distintas. Una dice que los muertos formaban parte de un grupo de 'gudaris' que huían de Santander, se desconoce en qué dirección, y que fueron ametrallados desde un avión de la fuerza aérea italiana. Y la otra señala que habrían muerto al estallar una granada, que fue una trampa que explotó a su paso. Sí sabemos que les enterraron sus propios compañeros. Aunque, como nadie ha reclamado los cuerpos, tampoco sabemos ni cuántos ni quiénes son. En principio, esperamos dar con entre tres y cinco esqueletos.
-¿Para los integrantes de
-Sí, claro. Técnicamente es una excavación arqueológica como cualquier otra. Pero, al tiempo, es un momento único, porque no es lo mismo penetrar en una tumba de hace 1.000 años que otra tan reciente. De ésta saldrán objetos que habitualmente no vemos al excavar, como cuero (los zapatos o los cinturones) e, incluso, podríamos encontrar papel. Suponemos que los restos estarán bastante bien conservados y que no será difícil conocer su edad y el sexo. Hasta se podrán ver las heridas. Desde luego, como práctica para las alumnas del master, la oportunidad es excelente y ellas están muy ilusionadas, porque pueden aprender mucho. Ya han participado en otras excavaciones, más típicas. El lado técnico en este caso será el de siempre, si bien pensamos que, al tiempo, será diferente. Tiene otro componente. He asistido a otras aperturas de fosas de
-Tras la labor que se haga sobre el terreno, ¿quedará mucha investigación por delante?
-Sí. La primera dificultad real del próximo fin de semana es dar pronto con la tumba. A veces, a los testigos les traiciona la memoria y cuesta un poco dar con el lugar exacto. Una vez que se encuentre el sitio, la excavación será más o menos como todas. Contamos con el forense de
Fuente: El Diario Montañés
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