lunes, 28 de septiembre de 2009

La segunda torre eólica marina estará frente a la costa de Santillana


El ingenio de la empresa Idermar ya está terminado, mide más de 125 metros, se sujetará sin anclaje mediante contrapesos y tomará datos clave para el desarrollo de la energía en el mar


El pimer prototipo 'vive solo' desde hace meses frente a la costa de La Virgen del Mar. Ahora le llega al turno al segundo ingenio: una nueva boya/torre eólica (sin nacelle ni palas) de mayores dimensiones y con similares características. En este caso el 'gigante' mide más de 125 metros, pesa 170 toneladas y se instalará frente a la costa de Santillana del Mar, a unas diez millas.


La gran estructura, tovadía troceada, yace por el momento en el dique de Gamazo, a la espera de que llegue una de sus últimas piezas. Una vez armada la torre/boya experimental, habrá que esperar a que una buenas condiciones meteorológicas -mar en calma durante varios días- hagan viable su traslado e instalación en el emplazamiento elegido. Una zona que de cumplirse las previsiones del Gobierno de Cantabria pudiera acoger en el futuro un parque tecnológico y experimental de energía eólica marina. Un hecho que esta misma semana recordó el consejero de Industria del Ejecutivo regional, Juan José Sota, quien a preguntas de este periódico confirmó que es están dando los pasos administrativos necesarios ante el Gobierno Central para obtener autorización para 'reservar' una zona de mar para la investigación y el desarrollo de las energías renovables.


Con la instalación de esta segunda estructura, Cantabria avanza con paso acelerado hacia el estudio de la energía marina, un camino en el que la comunidad autónoma quiere ser pionera a la vista de que en materia de energía eólica terrestre se está hasta ahora a la cola de España (sólo un parque con 18 megavatios de potencia).


Al igual que el primero, el segundo prototipo ha sido creado por la empresa Idermar, una sociedad mixta privada-pública en la que participan Actium (del Grupo Apia XXI), Helium, Universidad de Cantabria, Instituto de Hidráulica y Sodercán.


Las dos boyas experimentales tienen una misma particularidad que las hace únicas en el mundo: no se anclan a la plataforma continental sino que van fondeadas con contrapesos y cables. Las dos estructuras tienen una gran diámetro ya que en su interior albergan un auténtico laboratorio, con aparataje de última generación capaz de recoger todo tipo de datos. Un 'trabajo' que ya está cumpliendo a la perfección la primera boya situada frente la Virgen del Mar (a 3,5 kilómetros) que, además, ya ha demostrado su fiabilidad y resistencia soportando temporales, lo que sin duda constituye el mejor refrendo para el sistema 'flotante' sin anclajes.


Entre otros datos que ya se 'almacenan' figuran los relativos a velocidades de viento, oleaje, temperaturas, hidrometría y otros datos climáticos y estructurales de gran relevancia. Todo ellos coadyudarán a conocer las características meteorológicas de la zona evaluando sus posibilidades para generación energética. Además permitirán aumentar los conocimientos sobre el comportamiento de las estructuras metálicas en un medio ambiente agresivo.


El segundo prototipo aprovecha parte de la información y la experiencia adquirida gracias a la primera torre/boya, lo que permitirá su fondeo a una profundidad muy superior y a una mayor distancia de la costa. De ahí que se haya optado por fondearlo en la vertical de Santillana del Mar, a una distancia de unas 10 millas de la costa donde se alcanzan profundidades próximas a los 200 metros. Ese hecho entraña una dificultad y una complejidad muy superior puesto que se trata de profundidades donde los submarinistas no pueden trabajar lo que obligará a la utilización de medios mecánicos y procedimientos de fondeo mucho más precisos y sofisticados que garanticen que los muertos de anclaje de la boya se posicionen en el lugar adecuado sin la ayuda de medios humanos.


Según los investigadores de Idermar «la necesidad de aproximarse cada vez más a las dimensiones y características de los prototipos de soporte de los aerogeneradores marinos y de contar con procedimientos de montaje en el mar adaptados a los futuros trabajos, han hecho necesario que esta segunda torre/boya sea de unas dimensiones muy superiores a la primera». Eso justifica sus 125 metros de altura, las 170 toneladas de peso, y la incorporación de nuevos sistemas de reflotación y anclaje que permitirán la realización de diferentes pruebas de operación y manipulación en el mar, a la vez que asegurarán una mayor estabilidad frente al oleaje, las corrientes y la acción del viento.


Fuente: El Diario Montañés


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